(que puede ser un camino,
un color,
un remolino de besos ensartados en el diálogo)
conduce a la opulenta miseria
de no saber entender un misterio que se esconde
(en los vagones de un tren atrapado en la nieve,
en un simple capricho físico... compartido)
y clama a los sentidos para ser descubierto.
Fue cuando la luz y la oscuridad
se derramaron en tarros de cristal,
el universo dudaba entre olvidar o recordar,
el invierno se deslizó por la escena
e hizo,
de ese instante,
el centro de una nada que edifica y construye.
Pascual Herrera
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