El del tacto y su canto interno
No se tocar en el límite
que sonríe, impasible, por los pasillos del crepúsculo
que se insinúa simétrico,
excedente de los sentidos,
equilibrado y comprensivo. Versión única, amplificada
e irradiante con las fábulas
que transmiten imaginarios
a flor de piel; secuenciales, biológicos y combustibles,
densos en la niebla, en la prisa.
Y bajo la noche abolida
y en las tardes confusas, el azar de restos carbonizados,
una canción que polariza
esos espacios invisibles
donde, piel con piel, las primaveras y los otoños alcanzan
temperatura y equilibrio.
Pascual Herrera
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