El del olor y su estado de ánimo
No sé oler los grises tristes
encendidos y monótonos
que sonríen de alegría, en silencio, sin rumbo y en ruinas.
La densa claridad del aire
despierta revuelos sin cuerpo
y rompe espejos sinuosos atrapados en la memoria,
se desborda, delicada
y contundente en esa
frecuencia concreta, donde la luz emite al rotar y vibrar.
No observa, no siente, impregna,
construye y da coherencia
a cualquier principio condicionado y de dudosa utilidad.
Y la fragancia se apropia,
sutil, progresiva; errante
aproximación insatisfactoria a un entorno idílico.
Pascual Herrera
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