En otro lugar, no lejos de este, entrelazado;
los manjares culinarios adornan la desesperación
del ansia que se arrastra por el suelo
y acude al paladar
despellejando el recuerdo de sabores que nunca fueron.
Es cuando a menudo,
de los pulmones brota el decrépito aroma
de los buenos tiempos que nunca fueron,
el alarde del sonido de voces que nunca fueron,
los desfiles conmemorando la nada,
la convención impuesta, la espada del aplomo
y el sacrificio de héroes por el orgullo
de aquellos huesos reliquia que nunca fueron.
Pascual Herrera
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