Esa forma de brillar que tienen las cosas los días de calor
con la brisa estática, espesa, la memoria detenida y desganada,
vagando por recuerdos incomunicados,
sabiendo donde está todo y no encontrando nada.
Se va fraguando un mundo entre reflejos y deformaciones,
con confesiones musicales entre caminos de tierra, agua y noche,
en la inquietud de una calle o una montaña cualquiera
arrojada al pozo del silencio y la letal virtud absolutoria del tiempo.
Ese paseo de febrero a enero encerrado en un julio perpetuo,
escondiendo en los espejos las deformaciones del aire,
con ese peculiar carácter del frío, cuando se esconde
entre los días de calor con la brisa estática y la memoria detenida.
Pascual Herrera
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